El hecho de ser padre o madre no implica necesariamente saber ejercer bien la labor de educar. Los niños no nacen con el “libro de instrucciones” bajo el brazo y nadie nos explica como “funciona” nuestro hijo: qué le gusta, cómo se le tranquiliza, etc.
 
Nuestros hijos no esperan que seamos perfectos, sino que intentemos hacerlo bien, que les enseñemos cuál es el camino, cómo hay que obrar y cómo hay que responder a esa educación que recibe o lo que se espera de él.
 
Para establecer un Proyecto Educativo Familiar hay que plantearse previamente: quiénes somos, qué queremos y cómo nos vamos a organizar. Respecto a “quiénes somos”, debemos consensuar (padre-madre) cuáles son los principios y padres comprometidos con la educación de sus hijosvalores que primarán en nuestro Proyecto; en relación a “qué queremos”, estableceremos los objetivos y fines de nuestra educación; y por último, “cómo nos organizamos”, hará referencia al ambiente, el clima, los tiempos y la organización de la que dispongamos para llevar a cabo conciliando las variables “calidad-cantidad de tiempo”.

 

Para definir cualquier labor educativa familiar, se deberán tener presentes las siguientes consideraciones relacionadas con el carácter comprometido de nuestro proyecto:
 
1.      Sentido de paternidad/maternidad
2.      Sentido práctico
3.      Sentido personal
4.      Sentido de pertenencia
5.      Sentido de participación
6.      Sentido de autoría
7.      Sentido de originalidad
8.      Sentido de racionabilidad
9.      Sentido de responsabilidad
10.  Sentido de confianza
 
El sentido de paternidad/maternidad es aquel que determina nuestro papel principal e indelegable en la educación de nuestros hijos como únicos protagonistas junto a ellos. Cada uno de nuestros hijos se va a beneficiar de esta pluralidad: ya que tanto su padre como su madre le van a educar en la misma dirección presentando diferentes modelos o roles a imitar, ya que se trata de personas diferentes aunque con unos mismos objetivos.
 
El sentido práctico nos hará reflexionar acerca del sentido común: “pensar antes de hacer”, “optimizar nuestros propios recursos” y evitar el simple “activismo” (la actividad desmedida, “correr por correr”). Para ello, en nuestro Proyecto Educativo Familiar debemos plantearnos qué elementos queremos prevenir, cómo vamos a proceder para lograrlo y como vamos a actuar ante un elemento ya presente (correción).
 
El sentido personal se sitúa en relación a la educación integral. Es decir, cualquier labor educativa deberá contemplar todos los ámbitos de la persona junto a su individualidad (él/ella frente a otros) y su personalidad (sus intereses, virtudes, defectos, posibilidades y limitaciones). En este sentido, al educar a la persona en su totalidad, hay que distinguir lo importante de lo accesorio, lo permanente de lo pasajero.
 
El sentido de pertenencia es el que pone de manifiesto el sentido familiar de nuestro Proyecto. Contamos con unos valores esenciales que compartimos todos y la distribución de roles, funciones o tareas no son sectoriales sino complementarias; es decir, “todos hacemos un todo”. El sentido de participación está estrechamente vinculado con lo anterior, ya que hace referencia al papel participativo de todos los miembros del Proyecto Familiar, de su necesidad y de su carácter claramente indelegable.
 
El sentido de autoría nos plantea a los padres como auténticos constructores de la familia y de nuestro Proyecto Educativo teniendo en cuenta el carácter determinante de su labor, que no dejará indiferentes a ninguno de sus miembros y allegados.
 
El sentido de originalidad hace referencia a “aprender a hacer haciendo” ya que cada familia y cada Proyecto es único, diferente e irrepetible. Tenemos que abrir un camino novedoso en el que deberemos superar los errores u obstáculos que surjan y avanzar hacia nuestros fines.
 
El sentido de la racionalidad tiene muy presente la reflexión previa y permanente que acompaña a toda labor educativa familiar. Pensar, decidir, seleccionar, ponderar, dialogar y plantear las diferentes posibilidades determinando la más padres comprometidos con la educación de sus hijosadecuada frente a otras, deberán constituir una de las funciones dentro del Proyecto compartido desarrollado por el padre y la madre, intentando siempre “poner nuestra opinión al servicio de lo opinable”.
 
Por último, los sentidos de responsabilidad y de confianza aparecerán estrechamente unidos. Dentro de cualquier labor educativa  y nunca “instructiva” debemos tener en cuenta  que se desarrolla dentro de un proceso de enseñanza–aprendizaje; esto es, valorar qué márgenes de libertad y responsabilidad vamos a establecer (derechos y deberes). Además, siempre se actuará por interés ajeno, cuidando el clima en el que se crea la confianza y el “creer en cada uno” (base de la pedagogía positiva: “sé que tu puedes”). Esta confianza no será nunca exigible, sino que se deberá ganar día a día y las pautas básicas para alcanzarla serán: la aceptación, el respeto, el establecimiento de límites y el apoyo constante.  
 
   En resumen, todo padre/madre comprometido desea que su labor educativa alcance el máximo sentido y con ello, aspira al éxito. La familia, como principal fuente educadora y que propicia las primeras experiencias, crea una pequeña sociedad en la que se convive según los principios y valores que establecemos, unido al ejemplo constante y siempre coherente con el Proyecto Educativo Familiar: “lo que decimos que hacemos lo llevaremos a cabo con el máximo compromiso y sentido”.  
 
¡Ánimo en el empeño!
                                                                                       Kidsco Escuelas Infantiles