Si continúa navegando, usted está aceptando su uso, le informamos que puede retirar su aceptación cuando lo desee. Ya casi nunca ponía un pie en Viena, pero mantenía una fluida correspondencia con su esposo. Era bien sabido que los emperadores ya no compartían lecho desde el nacimiento de Valeria. Fue en Ginebra donde Sissi se encontró cara a cara con la Dama Blanca. Atrás quedaban los reproches, y trataban de consolarse mutuamente en el ocaso de sus vidas. se aplicaba mascarillas de carne fresca  de ternera, o fresas trituradas. Sin embargo, el emperador no se enamoró de Elena, sino que no pudo mirar a nadie que no fuese Sissi. El ejercicio y las dietas habían cumplido con su función de mantener su aspecto juvenil. Era la cuarta de los hijos del duque Maximiliano Wittelsbach y de la princesa Ludovica. En esa época, Isabel estaba el apogeo de su belleza. El viaje continúa por Gibraltar hasta Mallorca, y de ahí a Corfú. Se levantó enseguida y las dos damas caminaron cien metros hasta subir al barco. Su nombramiento como dama. Fue un triunfo político de Isabel, que desde ese instante contó con el sincero afecto del pueblo húngaro. Allí les esperaba Francisco José, emperador de Austria, en un encuentro que estaba organizado para que Elena y su primo, porque Francisco José era hijo de Sofía, hermana de Ludovica, se comprometiesen. Sólo tuvo que esperar y alcanzar a la dama de negro, que nunca llegó a su destino. Nació el 24 de diciembre de 1837 en Munich, Baviera. La admiración de Andrássy, nombrado primer ministro de Hungría, se mantuvo hasta la muerte de este político. El emperador aprobará el Diploma de Octubre, un decreto que supone un primer paso para establecer un régimen parlamentario y otorgar al imperio una Constitución. El bautizo de la princesa tuvo lugar en el castillo húngaro de Ofen, lo que indignó aún más a la archiduquesa Sofía y a la sociedad cortesana. El emperador, que hasta entonces se había mostrado muy paciente con su caprichosa mujer, se harta de las discusiones entre la emperatriz y la archiduquesa Sofía, surgiendo rumores de amoríos. Wikimedia Commons Lejos de la imagen edulcorada de las películas encarnadas por Romy Schneider, la verdadera Sissí, Elisabeth de Baviera, pasó de ser una feliz princesa cabalgando libre por los alrededores del lago Starnberg a convertirse en la emperatriz de uno de los últimos imperios europeos. El 8 de junio, en una ceremonia de auténtico lujo asiático celebrada en la iglesia de Matías en Budapest, los emperadores de Austria fueron coronados como reyes de Hungría. A partir de ahí el negro del luto fue el color que inundó su vida, que acabó también de forma trágica, con un asesinato. Luis II de Baviera, su primo más querido, que apareció ahogado en las aguas del lago de Starnberg. En su lucha por no envejecer, recorría los más afamados balnearios europeos de Karlovy Vary, Gastein, Baden-Baden o Bad Kissinger para someterse a largos y costosos tratamientos. El emperador decide viajar a Corfú para ver a su esposa. Si el emperador cedía a los caprichos de su esposa, no sólo era porque estuviese en juego el prestigio de los Habsburgo, sino porque aún estaba enamorado de ella. Alrededor de 1883, Sissi perdió su entusiasmo por los caballos. La niñera de sus hijos, Leopoldina Nischer, escribiría en su diario: «El desconsuelo de la emperatriz sobrepasa todo lo imaginable. Padecía una tos que le impedía dormir y sus ayunos la habían dejado anémica. La Emperatriz Sissi, cuyo verdadero nombre es Isabel Amalia Eugenia Duquesa en Baviera, en alemán sería Elisabeth Amalie Eugenie Herzogin in Bayern, fue una princesa real bávara; portaba una cantidad muy larga de títulos nobles como duquesa de Baviera, emperatriz de Austria, reina consorte de Hungría y otros más. Ya en cubierta la emperatriz se desplomó y los que la atendieron comprobaron que estaba muerta. soberana, que intentará pasar en Viena el menor tiempo posible. Pero era su larga cabellera lo que provocaba la mayor admiración. Generalmente lo llevaba recogido porque le pesaba tanto que le provocaba dolores de cabeza. Cuando el emperador se enteró en el palacio de Schönbrunn de la muerte de, Sissi a través de un escueto telegrama, intentó mantener la compostura pero se le saltaron las lágrimas. Sissi y sus hermanos crecieron en un castillo, donde apreció a disfrutar de los entresijos de la naturaleza y la vida sencilla, lejos de los lujos vida urbanita.
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