Él dirige la noche de hogar o escoge a un miembro de la familia para que lo haga. Son varios los conceptos que, de uno u otro modo, remiten a la hospitalidad y se (con)funden con ella: generosidad, compasión, misericordia, altruismo, solidaridad… Conviene, por eso, en primer lugar, ensayar una definición del término recurriendo a su etimología. Ya Edipo, rey de Tebas, solicita asilo a Teseo, rey de Atenas. Y el propio Platón escribe en Las Leyes: Toda falta cometida contra el huésped es una de las más graves faltas que pueden cometerse contra una divinidad vengadora. Learning from each other. Sin ir más lejos –y volviendo al universo religioso que ahora nos interesa–, en las mismas páginas veterotestamentarias queda constancia más adelante de cómo Yahvé ordena a Moisés que, una vez instalado el pueblo elegido en la Tierra Prometida, se proceda a la fundación de seis ciudades de asilo “contra el vengador”, que: Serán de asilo tanto para los israelitas como para el forastero y para el huésped que viven en medio de vosotros, para que se pueda refugiar en ellas todo aquel que haya matado a un hombre por inadvertencia (Nm 35, 15). Antes de que podamos vivir de acuerdo con esas leyes, debemos saber cuáles son. Pero todo el Nuevo Testamento está salpicado de referencias más o menos explícitas a la práctica de la hospitalidad: desde la parábola del buen samaritano (Lc 10, 29-37), toda una inolvidable lección de misericordia, que reivindica la auténtica condición de prójimo –especialmente con el desvalido, aun cuando se trate de un extraño o incluso un enemigo–, hasta las múltiples ocasiones en que Jesús es hospedado por amigos o conocidos y se sienta a su mesa: por Marta y María en casa de Lázaro (Lc 10, 38-42), por el rico Zaqueo (Lc 19, 1-10), etc. De la mano de este enunciado, y bajo las premisas que establece, recorreremos un lugar común a tres de las principales religiones monoteístas del mundo (cristianismo, judaísmo e islam), que, sin embargo, a menudo no han sabido dar el paso de la letra al espíritu, de la norma a la vida. Del 12 al 18 de julio de 2014, Vida Nueva – Revista y portal de noticias religiosas y de Iglesia, El culto a la hospitalidad en las religiones monoteístas, Bajo la encina de Mambré. Solícito, Abraham “acudió desde la puerta de la tienda a recibirlos, y se postró en tierra” (Gn 18, 2) y, sabedor de que la hospitalidad no era más que una forma práctica de servir a Dios, rogó: “Señor mío, si te he caído en gracia, ea, no pases de largo cerca de tu servidor” (Gn 18, 3). Lectura de un pasaje de las Escrituras o de una poesía (por un miembro de la familia). This video is unavailable. Porque creer en la casa común y la mesa compartida –símbolos de la hospitalidad por excelencia– no es otra cosa que cultivar día a día el proyecto de Dios que llama al ser humano a inaugurar un mundo diferente de relaciones, quién sabe si angelicales (cf. En una época no menos convulsa que la actual, la Edad Media, el monje de Nursia establece para sus seguidores uno de los pilares de su estilo de vida (junto al Ora et labora) y la norma de oro de las hospederías monacales: A todos los huéspedes que se presenten en el monasterio ha de acogérseles como al mismo Cristo en persona, porque Él dirá un día: era peregrino y me hospedasteis. El padre debe asegurarse de que los miembros de su familia aprendan a dar gracias a Dios por los alimentos y a pedirle que los bendiga antes de cada comida. Dicho de otro modo, aceptar la hospitalidad que alguien te brinda le permite a esa persona ejercer Clase (por el padre, la madre o un hijo mayor). Cada uno de nosotros debe aprender a hablar con nuestro Padre Celestial por medio de la oración. “Porque ésta será una ley para los habitantes de Sión, o en cualquiera de sus estacas que se hayan organizado. Ya sea por razones exclusivamente humanitarias de pura filantropía, por principios filosóficos (para los estoicos, por ejemplo, somos ciudadanos del mundo, por lo que no contemplan el concepto de extranjero, y juzgan inhumano el hecho de no conceder hospitalidad) o por causas religiosas (el temor divino), el caso es que la obligación de conceder hospitalidad no solo se convirtió en signo de civilización o llegó a ser considerada entre los romanos como “alta virtud”, sino que ha pasado a la historia como una de las credenciales indiscutibles de la idiosincrasia de los pueblos semitas y mediterráneos. Él dijo: “Y además, si hay padres que tengan hijos en Sión o en cualquiera de sus estacas organizadas, y no les enseñen a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo por la imposición de manos, al llegar a la edad de ocho años, el pecado será sobre la cabeza de los padres. Ir a días de campo, acampar, llevar a cabo proyectos en familia, trabajar en la casa o en el campo, practicar la natación o hacer caminatas, ver películas apropiadas y otros entretenimientos sanos son algunas de las muchas actividades que las familias pueden disfrutar juntos. ... Serán de asilo tanto para los israelitas como para el forastero y para el huésped que viven en medio de vosotros, para que se pueda refugiar en ellas todo aquel que haya matado a un hombre por inadvertencia (Nm 35, 15). la generosidad, una virtud no menos cristiana. El momento de realizar la oración familiar es una excelente ocasión para enseñar a los niños la manera de orar y para enseñarles principios como la fe en Dios, la humildad y el amor. Cuando oramos, normalmente inclinamos la cabeza y cerramos los ojos, ya sea que estemos de rodillas, sentados o de pie. El Señor os bendiga para que seáis diligentes en esta importantísima responsabilidad” (“Mensaje de la Primera Presidencia”, Manual de sugerencias para la noche de hogar, 1983, pág. Oración final (por un miembro de la familia). Lectura cristiana de la hospitalidad, ¡Ahí tienes a tu madre! Trish and Randy, long-time supporters, explain the personal connection they have to El Hogar’s work. La preparación para el bautismo, para la ordenación al sacerdocio o para el matrimonio. Poco tiempo después, y con la criatura todavía en pañales, deben huir a Egipto en busca de asilo escapando de la matanza de inocentes decretada por Herodes (Mt 2, 13-15). 14K likes. Newer. Líderes cristianos, musulmanes y judíos en una vigilia por la paz. La canción que yo vine a cantar, no ha sido aún cantada. Todos deben tener la oportunidad, en forma regular, de ofrecer la oración familiar. También en los escritos paulinos abundan las alusiones a las bondades de la hospitalidad, un don que enriquece la vida comunitaria (Rm 12, 13) y al que el autor de la carta a los Romanos exhorta continuamente a sus seguidores (Rm 16, 1-2), incluidos aquellos que aspiren a la “noble función de epíscopo” (1 Tm 3, 2). Los niños pequeños pueden ayudar en tareas como dirigir la música, citar un pasaje de las Escrituras, responder a preguntas, sostener láminas en alto, repartir el refrigerio y orar. ¿Puede la hospitalidad ser la clave del soñado entendimiento? La historia, pues, se repite, y sus protagonistas menos afortunados siguen esperando respuestas, cálidas y a la altura de sus demandas. Atravesar las fronteras es, pues, el nuevo estatuto de la ciudadanía; “el código genético de la sociedad abierta” –en expresión de Giovanni Sartori– es, por tanto, el pluralismo. La propia trayectoria vital de Jesús aparece marcada por la provisionalidad, la desinstalación, el tránsito. Una aventura no exenta ya entonces de riesgos, el primero y más evidente de ellos seguramente con ancestros lingüísticos comunes: la ‘hostilidad’, ese sentimiento que se despierta en quien cierra las puertas de su hogar, de su país, cuando intuye en el recién llegado una posible amenaza para su seguridad y bienestar o para el orden establecido. Por ello, se deben adoptar todas las precauciones para no cometer ninguna falta contra los extranjeros. Provide services that contribute to the mental health and emotional well-being of individuals and families in the Sacramento community. Las familias deben estudiar las Escrituras juntos todos los días para aprender y seguir las enseñanzas del Señor. Algunas veces quizá deseemos dedicar la mayor parte de nuestra oración a dar gracias a nuestro Padre Celestial. No en vano, calificamos de ‘hospitalario’ a quien dispensa un recibimiento y un trato ejemplares al forastero, quien ejerce la hospitalidad –diríamos con cierto toque de perogrullada–. En la patria de Jesús, un cristiano, un judío y un musulmán mostraron al mundo entero que el diálogo entre las religiones –y entre los pueblos– no solo es posible, sino necesario. Toda familia debe ofrecer diariamente la oración familiar. El reconocimiento de su desnudez, su deseo de ser alguien ante los demás, de ser tratado como ellos, es una cuestión de justicia… y de bondad. La comprensión y aceptación de la muerte. Una virtud que el comentario a la Regla benedictina especifica en estos términos: A los peregrinos se les saldrá a recibir con muestra de sincera caridad, saludándoles con humildad profunda. Lo recuerda Pedro (1 Pe 2, 11) y lo reitera Pablo (Flp 3, 20; Col 3, 1-4), para quien el discípulo de Cristo es “ciudadano del cielo”, de paso por esta tierra.
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